Del 13/03/2015 al 12/04/2015
Ansía la transformación. Entusiásmate por la llama,
donde se te esfuma una cosa que en las transformaciones brilla.
Aquel proyectante espíritu, que lo terrenal gobierna,
nada ama tanto, en el ímpetu de la figura, como el punto de inflexión.Rainer María Rilke[i]
”Lo que en lo inmóvil se cierra se halla ya petrificado”[ii] ya que el vivir es una continua transformación. Pero siempre hay algo que se queda en este viaje de la vida. Se quedan atrás las más dolorosas ausencias que sin embargo están presentes. Somos como el río y nuestro material de aluvión y nuestro paisaje -el que recorremos- definen nuestro cauce. Habitamos un cauce “que a veces se cierra por el principio y comienza por el fin”[iii]
“También el arte es sólo un modo de vivir”[iv] y se está más cerca de este arte, simplemente viviendo que siguiendo los dictados de lo artístico, siempre tan ensimismado y tantas veces alejado del arte, y del vivir.
Así, sencillamente, como modus vivendi es la práctica artística de Delso. Y sus piezas prefieren responder más a un ciclo vital que a una demanda externa, quizá por la sana influencia del material habitual en el desarrollo de su obra: la cerámica. Un material que tiene su propio tiempo. Todas sus ideas y sus desarrollos necesitan antes decantarse, como la arcilla, para ser seleccionados y trabajar con ellos ya liberados de impurezas.
Esta breve presentación está dedicada a su exposición en las salas del Arco de Sta. María en Burgos, donde presenta la obra realizada estos últimos años. Su título, A través de la ventana, nos habla de ese discurrir del que antes hablábamos. Y también de la contemplación a través de un elemento constructivo, una ventana esquematizada o evocada. Pero aquí imagina Delso una ventana sin cortina, un velo rasgado, como ojos sin párpados[v]. Parece como si este umbral que se abre ante la luz -nuestros ojos- se hubiese proyectado en un elemento que enmarca ese espacio, más allá del cuerpo que nos protege. Un elemento que enlaza un interior con un exterior[vi], y que acaso no sea nada más que nuestra propia prolongación en el tejido del mundo[vii] o el des-cubrimiento de nuestro propio interior reflejado.
Esto es algo que hay que tener presente cuando proyectamos la mirada sobre estas esculturas de tierra y hierro: nos hablan del espacio que habitamos y también del territorio que acariciamos con la mirada, en el que nos reconocemos. Así es como el tacto del escultor toma para sí, en esencia, ese paisaje de su memoria -que tanto ama- y en el que están presentes esas-sus luminosas ausencias que también pueden ser las nuestras.
Cada pieza aparece con esa presencia –tectónica- de lo que siempre ha estado ahí, como ante una montaña. También existen elementos que son como soporte de otros, o que quedaron apoyados, o desplazados. Todo ello como en una escala temporal geológica, y como contrapunto, la brevedad de nuestro existir.
Esa presencia parece reforzada por su apariencia mineral, pues no es ésta una escultura que pretenda forzar los condicionantes del material, parece más interesada en recuperar algo de esa condición primigenia, mineral, de ahí su contención en elementos y colores.
No son formas que se rebelan contra la gravedad, estas vistas a través de una ventana parecen más bien buscar su lugar y su equilibrio. Su reposo.
Julián Valle. Campillo de Aranda, febrero 2015.
[i] Rainer María Rilke. Los Sonetos a Orfeo. Escritos como estela funeraria para Wera Ouckama Knoop : soneto XII. Trad. Jaime Ferreiro Alemparte. Madrid: Espasa-Calpe, Colección Austral, 1982, p. 153.
[ii] ibidem
[iii] ibidem
[iv] Rainer María Rilke. Cartas a un joven poeta. Trad. Jose Mª Valverde. Madrid: Alianza Editorial, 1982, p. 99.
[v] “…y dado que, en su uniformidad e inmensidad, no tiene más que el marco como primer plano, se tiene la impresión al contemplarlo de que le hubieran cortado a uno los párpados.”
[vi] “La naturaleza está en el interior” dice Cezanne. Cualidad, luz, color, profundidad, que están ahí ante nosotros, están ahí porque despiertan un eco en nuestro cuerpo, porque este los recibe.”
Citado por Maurice Merleau-Ponty. El ojo y el espíritu. Barcelona: Barcelona, Editorial Paidós Ibérica, 1985, p.19.
[vii] “Visible y móvil, mi cuerpo está en el número de las cosas, es una de ellas, pertenece al tejido del mundo y su cohesión es la de una cosa. Pero, puesto que ve y se mueve, tiene las cosas en círculo alrededor de sí, ellas son un anexo o una prolongación de él mismo, están incrustadas en su carne, forman parte de su definición plena y el mundo está hecho con la misma tela del cuerpo.”
Maurice Merleau-Ponty, op. cit. p. 17.