Pájaros en la cabeza

Por Samanta Rioseras. Sábado, 3 de enero de 2015

Una idea, mancharse de barro las manos o dar forma a la creación ya es todo un viaje. Un periplo sin billete de regreso que llena de satisfacción al artista y de sorpresa al observador. Pero un viaje puede ser -y es- mucho más. Hay quienes lo conciben como el propio origen de la humanidad y encuentran en él las huellas con las que los primeros homínidos impregnaron, por primera vez, una tierra ávida de pisadas.
Otros, en cambio, creen que el viaje es ese estado previo a la propia experiencia que comienza con la elección del destino y se transforma en cientos de anotaciones y pensamientos que planifican rutas sobre un mapa. Así, unos optan por sobreponer pies blancos que contrastan con un agrietado suelo cobrizo en formato de cuadro y otros por un busto cuya cabeza rebosa alambres que simulan deseos e intenciones.

Los alumnos de la Escuela Municipal de Cerámica exponen un conjunto de obras moldeadas en barro bajo el título Viajes en el que muestran diversas interpretaciones sobre lo que esta palabra les evoca

Estas son tan solo dos de las muchas interpretaciones que los alumnos de la Escuela Municipal de Cerámica exponen en el Museo hasta el próximo 18 de enero. Las creaciones, que solo pueden verse los viernes de 12 a 14 horas y los sábados y domingos en horario de 12 a 14.00 horas, comenzaron a gestarse tras la sugerencia del profesor y director del centro, Miguel Ángel Delso.
«Planteé el viaje como proyecto común del pasado curso para trabajar todos sobre el mismo tema, pero los resultados han sido muy diferentes», comenta, satisfecho y orgulloso de sus pupilos. «A todos nos gusta viajar, pero para cada cual significa una cosa».
Las maletas, claro, no podían faltar en esta exposición. Mochilas y bolsas vintage intercalan su presencia con esos otros indispensables del camino: los libros. «Algunos lo entienden como esa oportunidad de esconderse a leer», explica Delso, señalando la figura de una mujer ensimismada con su ejemplar. Junto a ella, otra fémina experimenta el viaje de la vida entre el embarazo y el primer abrazo a su recién nacido.
Hay quien logra sintetizar aún más y captura en una cámara fotográfica, un par de botas o en una pareja de sombreros la esencia de la aventura. También en un fragmento de los raíles de la vía de un tren cualquiera que, quizás en Aranda, podría convertirse en un viaje de largo recorrido…
Una estación de ferrocarril es, precisamente, la localización escogida por uno de los artistas para representar el momento más difícil de toda partida: la despedida. Con suma delicadeza, capta el  instante en el que las yemas de los dedos de una pareja se rozan por última vez envueltos en el humo de una vieja locomotora.

La exposición, que también es un viaje en sí mismo, finaliza en la planta superior del museo donde Despierta ofrece un conglomerado de opacas bombillas prisioneras en una jaula abierta y sin ventanas que simplifican el viaje del amor proyectando un corazón en la pared gracias a un  fantástico juego de luces.
Sombras que, además, multiplican las decenas de golondrinas  de Pájaros en la cabeza, la obra colectiva que cierra la muestra.  «Llegan en primavera para criar dos veces, aprenden a volar con las instructoras de vuelo corto y largo para preparar su migración a Marruecos y, encima, hacen sus nidos de barro que es nuestra materia prima», comenta Delso, justificando la elección.
Un broche perfecto que ha gustado tanto a los visitantes que ha logrado permanecer unos días más en el museo. «Nos piden que no lo quitemos, pero hay que seguir evolucionando», asevera. El viaje debe continuar.